Birmania cumple este domingo seis meses desde que los militares tomaron el poder del país en un golpe de Estado que provocó protestas a lo largo de todo el territorio y sumió a la nación asiática en el caos.
Este golpe, dado el 1 de febrero, se saldó con el arresto de la exlíder de Birmania, Aung San Suu Kyi. Desde entonces el país se ha enfrentado a la violenta represión de las protestas que surgieron en este marco, así como a la grave crisis sanitaria derivada de la pandemia de coronavirus.
En este sentido, la organización Human Rights Watchs (HRW) ha acusado a los gobernantes de Birmania de haber cometido crímenes de lesa humanidad, entre los que se incluyen los asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, violaciones y otras formas de violencia y abuso sexual.
Además, la ONG local Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos ha calculado que son más de 930 las personas que han fallecido, mientras que otras casi 7.000 han sido arrestadas en el marco de la represión militar de las protestas que exigen la vuelta de un Gobierno civil.
Sin embargo, pese a la tensa situación que se vive en el país, los ciudadanos de Birmania han continuado con las manifestaciones contra los militares, e incluso este viernes salieron a las calles de la capital Rangún, tal y como informan medios locales.
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Otra organización como Reporteros sin Fronteras ha apuntado que el Ejército ha revocado las licencias de al menos ocho medios de comunicación y además señala que varias decenas de periodistas han sido arrestados.
Bajo este clima de crispación social y abusos, el Ministerio de Salud del país informa diariamente sobre miles de casos positivos en coronavirus y cientos de muertes derivadas de la enfermedad.
"Crímenes contra la humanidad"
Asesinatos, desapariciones forzadas, actos de tortura, violaciones (...) estos ataques contra la población son equiparables a crímenes contra la humanidad por los que los responsables deben rendir cuentas". Brad Adams, director de Human Rights Watch para Asia.
Pese a la dureza del régimen, la resistencia sigue adelante.
Las manifestaciones multitudinarias pacíficas dieron paso a una respuesta armada encabezada por milicias ciudadanas, las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF).
Algunos libran una guerrilla urbana, otros se han refugiado en el norte y el este del país, en territorios controlados por facciones étnicas rebeldes que los entrenan y lanzan sus propias operaciones contra los militares.
Estos movimientos son independientes entre sí para mantener el mayor número posible de frentes abiertos.
"Hay un fuerte espíritu de unidad contra el ejército y a favor de una Birmania federal. Es totalmente nuevo en el país", sumido desde la independencia de 1948 en conflictos interétnicos, subrayó Françoise Nicolas, directora para Asia del Instituto Francés de Relaciones Internacionales.